Kaixo, ayer, 7 de diciembre, tuve la oportunidad de irme a Aralar con las raquetas para una corta mañanera.
Además con el pronóstico que venía para los próximos dias no me lo pensé mucho.
Y allí me fuí. Cuando llege a Albi no había nadie, hacía frio, no se oía nada, ponerme los cacharros, los guantes y el gorro y para arriba.
Estaba medio nublado. Había montón de nieve y todavía había parte de ella encima de los árboles.
Notaba soledad, hace meses estaba todo verde y lleno de cantos de pájaros, hoy nada. Invierno.
Nieve a tope.
Al rato llegé al coqueto vallecito de la txabola Bustintza, el tejado no se nota por la nieve, sólo se destacaba el muro.
Sigo y veo la loma del Beloki, hoy a la mañana no sabía por donde iba a ir pero ahora, al ver esa loma, me apetecía ir haca allí.
Los árboles se recortaban en las nubes.
Seguí hacia arriba, había restos de huellas de esquí.
A mi derecha apareció la txabola de Beloki, otro lugar encantador, abandonada a su suerte hasta la primavera que viene.
En la última parte el viento se ha llevado la nieve de la zona norte. La nieve estaba dura, una gozada. Nadie, todo para mi.
Casi en la cima aparecen los Pirineos, todos blancos.
Gaztelu y Txurregi y, al fondo, Peña Izaga y Elomendi o la Higa de Monreal, hasta allí todavía no han llegado las nubes.
Llego al buzón, un momentito para ver los Pirineos ...
... Y Aralar, Irumugarrieta y compañía, el sol justo salía para iluminarlo.
Pero me tuve que ir rapidamente, el aire suroeste me echaba de allí, Beloki quería seguir estando sólo. Pues nada, me voy.
Cómo no tenía ningún lugar para ir, bajé hasta la zona central, no pude ver los dólmenes que hay, estaban cubiertos por la nieve.
Iba sin rumbo fijo.
La txabola de Beloki.
Bajé por la loma de subida.
No había visto a nadie hasta que apareció alguien subiendo esa loma.
Si se lo estaba pasando igual de bien que yo, me alegro.
Mientras andaba me entretenía viendo formas de la nieve.
Dunas en un desierto de nieve.
Se ve que había empezado pronto a andar y no había nadie, ahora ya veía más gente.
Por allí apareció otra persona aldapa arriba.
Subiendo poco a poco.
Pero volví a andar a mi aire, sólo se oía el ruido de las raquetas. No hacía nada de aire.
Nadie había andado por aquí.
Al final volví a coger el sendero para volver a Albi.
Y ésto es todo, mañanera cortita pero muy maja, habrá que volver.
Aralar me sigue enganchando en cualquier época del año y por cualquier zona.
Agur.